domingo, 25 de julio de 2021

ANTONIO CASTELLOTE: Escritor turolense (1)



Antonio Castellote publicó en Diario de Teruel cinco folletines durante los correspondientes veranos, recuperando así una forma narrativa que había gozado del aprecio de los lectores al tiempo que un cierto desdén de la crítica, recelosa hacia aquellas manifestaciones literarias que han tenido éxito o popularidad. De hecho, cuando se habla del folletín, su sola mención asocia el término con cultura popular, baja calidad literaria, tramas truculentas y situaciones rocambolescas, personajes maniqueos, enredos inverosímiles y recurrentes sorpresas y apariciones o desapariciones de personajes a lo largo de la trama, entre otros rasgos intrínsecos al género. Pese a los estudios y desvelos de una parte de la crítica por sacar a la luz cuanto de positivo y trascendental tuvo el género del folletín en el devenir de la historia de la literatura, todavía pesan más los rasgos negativos anteriormente esbozados que su posible relevancia en la evolución de la literatura.


Con la aparición de las cinco novelas en el diario en forma de folletín, Antonio Castellote retomaba así a una forma narrativa que permitía ofrecer a los lectores del periódico una obra para ser leída no solo durante el periodo estival para el que parecía ser publicada, a la vez que confirmaba su buen quehacer como novelista, ya que como articulista y crítico literario y cultural era ya conocido y apreciado por los lectores del Diario de Teruel. Antonio Castellote (Teruel, 1965) es licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca y en la actualidad es profesor de Lengua castellana y Literatura en un instituto de Madrid. Trabajó en Radio Nacional como locutor-presentador y tuvo un programa junto al ilustrador Juan Carlos Navarro, quien ha puesto imágenes a las novelas y relatos de Antonio. Su colaboración con Diario de Teruel comenzó en 1990, con las columnas de Vuelo sin motor y continuó más adelante con Miniaturas del 98, Las bugonias y Bernardinas. Es también autor de diversos guiones de documentales, como Témpora y Violeta (1995) de José Miguel Iranzo. En abril de 2005 inauguró su blog Bernardinas, con título homónimo al de las columnas del periódico. Esta bitácora es un referente cultural y literario de primer orden, que también permite leer la obra del autor, junto con reflexiones y artículos de crítica literaria. Al mismo tiempo, posibilita más opciones sobre la lectura de los folletines y su proceso de escritura, ya que facilita conocer la génesis y evolución de cada obra. Y en ella se aloja gran parte de la producción novelística de Antonio Castellote, desde Modelo sin dolor (2000), los cinco folletines publicados en Diario de Teruel (Fabricación británica, 2005; Los ojos del río, 2006; Una flor de hierro, 2007; Otoño ruso, 2008; La enfermedad sospechosa, 2009), hasta diversos relatos y fragmentos de crítica literaria y de creación o traducciones, como la reciente Geórgicas (2013).    


Para el estudio de los folletines, también hay que tener en cuenta la importancia de Juan Carlos Navarro, su habitual ilustrador. Esta relevancia no solo viene dada por su labor como dibujante, sino también por la ingente tarea de documentación histórica y ambientación para las novelas. En ocasiones, alguna fotografía antigua de la historia de Teruel ha servido para la posterior caracterización de algún personaje o pasaje de las novelas, como la Sangüesita (Sagrario) de Una flor de hierro; e incluso alguna descripción de personaje fue modificada en la escritura tras ver la ilustración diseñada para el capítulo (por ejemplo, en el caso del personaje de Manuela en Fabricación británica). Además, cada capítulo publicado de los folletines iba acompañado en el diario de la correspondiente ilustración de Juan Carlos, como también ha sucedido con las publicaciones en formato libro (Fabricación británica, 2007; Geórgicas, 2010; o la reciente y premiada Caballos de labor, de 2012, aunque solo sea en la ilustración de la portada), en una muestra de trabajo colaborativo para la confección de los folletines.


 La estructura de la narración de un folletín –con su correspondiente división episódica- viene determinada por el medio de publicación. Se impone una limitación espacial relacionada con el lugar en el que figura la narración del texto dentro del periódico: 150 líneas en el caso de Antonio Castellote, que luego aparecían en las páginas centrales del periódico (aunque en los últimos folletines se extendía hasta las 250 líneas); la limitación temporal variaba en función de la respuesta del público, pudiendo alargarse de manera casi paroxística en algunos folletines. En los de Antonio Castellote sí que existía una limitación temporal, que venía marcada por la aparición de cada capítulo en los días laborables del mes de agosto, por lo que el número total de entregas se situaba entre las 21 y las 23 y así, de este modo, se podía establecer un plan de trabajo previo limitado en la extensión de la narración, aunque gran parte de la carga de escritura fuera casi simultánea a la de publicación.


Antes mencionábamos que gran parte de la novelística de Castellote se encuentra en su blog, ante las dificultades para encontrar acomodo en el complejo y cambiante mundo editorial presente. El blog y la difusión que este pueda tener suponen una salida para estos textos, en una tendencia cada vez más pronunciada dentro del panorama literario. Si nos centramos en el caso de los folletines de Antonio Castellote, observamos que la distribución del Diario de Teruel es limitada a un entorno geográfico próximo y, por tanto, también la de las entregas de cada folletín. Con la opción de publicarlos en el blog se amplían las posibilidades de llegar a más lectores, además de no tener que depender de la compra diaria del periódico o de tener que agavillar posteriormente las entregas, amén de preservar el texto, dada la volatilidad de la hoja impresa del periódico. El blog permite albergar las novelas, pues solo el primero de los folletines –Fabricación británica- fue publicado en formato libro dos años después de aparecer en el diario (editorial Certeza, colección Redallo, número 8); el resto, de momento, no ha corrido la misma suerte.

En cuanto al folletín en su forma originaria –es decir, en la prensa-, su presencia en nuestros días es muy escasa. Por ello, los folletines de Antonio Castellote publicados en Diario de Teruel constituyen, sin duda, una feliz excepción, una aventura singular en este género y forma narrativa, como ha señalado el propio escritor en más de una ocasión. Otra cosa es el “espíritu folletinesco”, que es más común y más perceptible en diversos autores contemporáneos, como se ha indicado antes, y que ya no tiene esa carga peyorativa con la que tradicionalmente se ha venido asociando, y que es, en definitiva, la forma en la que el folletín ha sobrevivido, pues las experiencias de Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina o Arturo Pérez Reverte en El País a comienzos de los noventa del siglo pasado quedaron en poco más que fuegos de artificio. Y, aunque hay más ejemplos (Muñoz Puelles, de Prada, Fernando Marías…), el folletín, en su forma originaria –es decir, en la prensa- está prácticamente extinto


Autor. PEDRO MORENO PÉREZ


(Continuará)



 

 


4 comentarios:

  1. Recuerdo a Eduardo Mendoza en La Vanguardia, y anteriormente a García Márquez en El País escribir narrativas acorde a una página en los dominicales respectivos.
    De este autor veré lo que puedo encontrar en su bloc, bloc por cierto, que hubiera sido interesante estuviera insertado en tan magnífica entrada.
    Un abrazo

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  2. Aquí está su blog:

    http://bernardinas.blogspot.com/

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  3. Muchas gracias, Luis Antonio. Pasa el tiempo y esas novelas (la última, de 2009) van creciendo en mi recuerdo, sobre todo si volvéis a ellas los amigos.

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  4. Muchas gracias a ti por dignificar el género folletinesco.

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