Nacho del Río
El pasado domingo, 3 de marzo, el Gran Teatro del Liceo acogió por primera vez en su historia un espectáculo de jota aragonesa. Grandes voces y bailadores de las tres provincias actuaron con brillantez en el templo del canto de la ciudad condal que registró un lleno absoluto. Asistí a este evento con mucho interés y tuve ocasión de saludar a bastantes conocidos, sobre todo, turolenses.
Desde que este teatro abriese sus puertas en 1847, tan sólo han cantado jotas José Oto y el Zagal, pero en este caso a modo de zarzuela. Está ha sido la primera vez que el Liceo de Barcelona ha acogido un festival exclusivamente de jotas aragonesas. El dinero recaudado se destinará a Cáritas.
El espectáculo se prolongó a lo largo de tres horas, sin
contar el descanso. Y lo mejor que puede decirse es que no resultó largo ni
tedioso. Participaron adultos consagrados que tienen en su haber numerosos
galardones y también niños prodigiosos que garantizan el futuro de la jota. Los
expertos en jotas sólo tienen que leer la lista de los participantes para
hacerse cargo de la calidad que entrañan.
La extraordinaria acústica de este templo del canto potenció,
si cabe, la calidad y el temple de las numerosas y variadas jotas que fueron
desgranándose a lo largo del espectáculo. Rotundas y clamorosas ovaciones
premiaron con justicia las diversas actuaciones. La jota que interpretó el
bilbilitano Nacho del Río, alejándose
del micrófono, fue agradecida por el público con una de las ovaciones más notoria, pero la calidad de la inmensa
mayoría de los participantes brilló a raudales.
El espectáculo comenzó con “Gigantes y cabezudos” y
finalizó, cómo no, con la interpretación de “La Dolores” por todos los
participantes.
El presentador trajo a colación – no sé si
procedía o no – el triste suceso que
protagonizó un anarquista turolense, Salvador Franch, nacido en Castelserás, que
el 7 de noviembre de 1893 arrojó dos artefactos explosivos en este recinto
causando 22 muertos. “Mi deseo —dirá posteriormente— era destruir la sociedad burguesa, a la cual el
anarquismo tiene declarada la guerra abierta; y me propuse atacar la
organización actual de la sociedad para implantar el comunismo anárquico. No me propuse
matar a unas personas determinadas. Me era indiferente matar a unos o a otros.
Mi deseo consistía en sembrar el terror y el espanto”.
Luces y sombras. Así es la vida...