Instituto Goya de
Zaragoza. Examen oral de Ingreso al Bachillerato:
- ¿Provincias de Aragón?
- Huesca, Zaragoza y
Teruel.
- No
- Huesca, Teruel y
Zaragoza.
- No
- Zaragoza, Huesca y
Teruel – con un hilo de voz.
- Ahora, sí.
Tras el examen, pregunto
a mi padre por qué me han hecho tres veces la misma pregunta si siempre
respondía bien.
- Es que hasta el final
no has ordenado las provincias bien: 1ª, Zaragoza; 2ª, Huesca y Teruel, la 3ª.
Además el catedrático debe de estar un poco sordo porque lleva un aparatico en
la oreja.
Dicho catedrático se
llamaba José Manuel Blecua. Bastantes años después lo tuve de profesor en la
Universidad de Barcelona. Una auténtica eminencia en la Edad de Oro y, sobre
todo, estudioso y editor de la poesía de Francisco de Quevedo. También era miembro de la Real
Academia de la Lengua. A raíz de un viaje que hice a Zaragoza para consultarle
una cuestión sobre la Tesina de Licenciatura, le conté la anécdota del Ingreso
y me atreví a preguntarle por qué pudo hacerme tal pregunta tres veces si
siempre respondía bien. Él se echó a reír y me dijo que ya por aquel entonces
estaba un tanto duro del oído...
Por supuesto, me quedé
con las dudas.
En otra ocasión, un oscense me preguntó que de dónde era y le respondí que de Teruel.
Él, con cierta sorna,
exclamó:
- !Ah, de 3ª¡
- Y tú de 2ª, ¿no?
Tampoco es para tirar cohetes...
Me consta que anécdotas
similares las ha conocido mucha gente. Y, aunque no tenga más importancia,
confieso que me molesta que a Teruel y a los turolenses se nos considere de 3ª.
¿Qué argumentos o criterios tuvieron los que colocaron a Teruel la última tras
la conjunción “y”? Habrían sido asumibles los parámetros norte-sur, el
alfabético, etc., pero la clasificación memorizada desde la escuela primaria no
responde a ninguno de ellos. Somos los terceros. Y terceros es un eufemismo de
últimos...
Me temo que es el censo
desequilibrado el que distribuye aglomeraciones demográfica y soledades: 1º,
Zaragoza, la capital que exhibe su prepotencia y vanidad esgrimiendo el factor
nº de habitantes como excelencia jerárquica y cualitativa; después, a
mucha distancia, Huesca, y finalmente, Teruel.
Victoria Trigo, una
zaragozana que ama Teruel y escribe de maravilla, dice que Zaragoza es la locomotora
y después, dos humildes vagones, pero el último es Teruel. Textualmente dice
así: “vagoncillo que colea
con más temblor que brío, agitando su incierto farolillo rojo, como apéndice
desgajado de un tronco de savia seca” (Carta de amor a Teruel)
Se me ocurre una
reflexión al respecto: muchos aragoneses, además de otros, confundimos cantidad
con calidad y entablamos discusiones y polémicas absurdas y un tanto peregrinas cuando manifestamos en voz alta que un
pueblo es mejor que otro por el mero hecho de tener más habitantes, tractores
de más caballos o... cocheras de puertas más altas. Nos lo tendremos que mirar,
¿no?
Me encanta plantees inquietudes sobre Teruel - muy similares a las mías -. Me ha hecho gracia la anécdota de Blecua. Yo también lo tuve de profesor en la Universidad de Barcelona y su sordera se había agudizado. No creo en su razonamiento. Pero se me ocurre una idea para contradecir a los más maliciosos: cuando comencé el Bachillerato, me enseñaron los pueblos de España mediante versos rimados. Todos acababan en una palabra aguda (como Teruel) y se ordenaban según un ritmo, independientemente de su importancia, para facilitar la memorización.
ResponderEliminarUn abrazo,
José María.
Gracias, José María.
EliminarUn abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCon tres años de retraso, te recuerdo para comparar agravios que antes en las estaciones del tren los jefes soltaban aquella soflama:
ResponderEliminar"Viajeros al tren, gallegos también"
Eso que me cuentas, Dr. Krapp, me vincula fraternalmente con vosotros, los gallegos
EliminarRecitar de memoria las lecciones, el orden no altera los productos, lo que cuenta son las buenas respuestas.
ResponderEliminarEspero que no te sientas de la tercera categoría.
Un abrazo
Esa categoría incrementa, si cabe, mi afecto por Teruel.
EliminarBesos, Mari - Pi
Gracias por visitarme, yo ya he 'estudiado' tu blog de arriba abajo,... El domingo, ¡nos ponemos voz! Un placer leerte, Teruel y yo te damos las gracias ;)
ResponderEliminarHasta luego, Eva.
ResponderEliminarUn abrazo agradecido por tu interés por Teruel
¡Pues menos mal que era una carta de amor a Teruel! Es puro y simple desprecio, Luis Antonio, pero tiene sus motivos. Aragón es un absurdo geográfico y Teruel un culo de pollo geológico. Aragón es el Ebro. Todo lo que no afluye al Ebro no es Aragón. Y si afluye fuera de Zaragoza, tampoco. Los pueblos se mueven como el agua y las aguas de Teruel que no corren por la meseta (el Tajo) van a dar a Levante, por su cuenta, o cerca de la desembocadura del Ebro. En Teruel, particularmente, siempre ha habido más trato con Valencia que con Zaragoza, y mejor trato también: solo tienes que preguntarle a los evacuados de Teruel a una y otra ciudad durante la guerra. Pero Teruel tiene mal acomodo. Las tierras del Jiloca son las únicas que pueden sentir algún vínculo con Zaragoza, bien delgado, pero el resto somos extraños. Nos esforzamos en ser aragoneses, como si estuviera feo distanciarse, o propio de renegados. Yo he sentido más cercanía en las tierras del Pirineo que en Zaragozá, que me sigue pareciendo una ciudad exótica, lejana, que no tiene nada que ver conmigo, y cuyo mañismo con frecuencia me produce vergüenza ajena. Cuando uno es de Teruel y vive en Madrid está acostumbrado a reaccionar cuando lo llaman maño. Definitivamente, no tengo nada que ver con Paco Martínez Soria.
ResponderEliminarIntentaré conseguir la mencionada Carta de Amor a Teruel, pero mi interpretación de la misma, te adelanto, es positiva.
ResponderEliminarPersonalmente me siento más teruelano que maño y que aragonés... Puede parecer un contrasentido, ¿verdad?
Un abrazo, Antonio