Este dicho, supuestamente
aragonés e identitario, pone de relieve
la testarudez proverbial que se atribuye el hombre aragonés. Como aquel que por afirmar con
manifiesta bravuconería que llegaría a Zaragoza quiera Dios o no, el Altísimo lo
arroja a una charca, convertido en rana. Tras un tiempo de castigo, le devuelve su condición de ser humano, y cuando otro caminante le
pregunta a dónde va, responde, como no podía ser de otra manera: "A Zaragoza… o al charco..."
Pues bien, José Luis Melero,
protagonista de la entrada anterior (El
tenedor de libros), ha descubierto
que Italo Calvino había incluido una fábula idéntica en su libro Fiabe italiane. El cuento se llama "I biellesi, gente dura" y la ciudad, en lugar de Zaragoza, es Biella,
en el Piamonte. Lo demás, todo igual: Dios convierte en rana y manda al pantano
al hombre que quiere ir a Biella porque se niega a decir "se Dio vuole" y el final es el mismo. La
interculturalidad, como se ve, viene de lejos...
Lo veo, quizás esa charca sabida la multitudinaria testarudez aragonesa se convirtió en el río Ebro, tan del país.
ResponderEliminarUnha aperta.
Este maño rompió con el convencionalismo de añadir el "Si Dios quiere" a todas frases que expresan un deseo o intención" Hay que agradecérselo, aunque nos amenacen con echarnos al charco transformados en batracios o similares...
EliminarUn abrazo, amigo Krapp
Al charco
ResponderEliminar