Valderobres/Valderoures (Teruel)
El primer estudio
sobre la transmisión familiar de las lenguas propias de la comunidad en sus
zonas de uso diagnostica la vitalidad del primero, que se sigue heredando en el
80% de los hogares, y alerta sobre la pérdida de vigor del segundo, donde el
legado baja al 56%.
El catalán y el
aragonés sobreviven en Aragón a la era de la globalización y la multiculturalidad, aunque el uso de la primera comienza a
tender a la baja en los sectores más jóvenes de la población mientras la
ruptura de la herencia pone en peligro la permanencia de la segunda, según
revela el primer estudio sobre el grado de transmisión de estas lenguas,
elaborado por el Seminario Aragonés de Sociolingüística y que será presentado
este lunes en la Universidad de Zaragoza.
El análisis, que se
basa en los microdatos del Censo de Viviendas del Instituto Nacional de
Estadística (INE) y el Insituto Aragonés de Estadística (Iaest), cifra en 8.425 los residentes en Huesca y el
Pirineo que saben
hablar el aragonés –el 5,3% de la población- y en 25.663 –el 53,6%- los
catalanoparlantes de las comarcas orientales de las tres provincias de la
comunidad. Ambos porcentajes crecen, hasta el 9,4% y el 64,6%, respectivamente,
si se tiene en cuenta a quienes entienden esas lenguas habladas y/o escritas en
sus zonas de uso predominante.
El 80% de los
catalanoparlantes de Aragón sigue transmitiendo el idioma a sus hijos
En ambos casos, la
utilización como vehículo comunicativo habitual es ligeramente mayor entre los
hombres que entre las mujeres –la emigración femenina a la ciudad siempre fue
más intensa que la masculina en el Pirineo-, mientras que los mayores
porcentajes se dan en las franjas de edad que superan los 25 años. Más de la
mitad de los catalanoparlantes y los hablantes de aragonés tienen estudios
secundarios, y superan el 10% entre quienes han terminado los universitarios.
Continuidad incierta y
umbral razonable
Esa extensión del uso
en sus zonas tradicionales, sin embargo, no garantiza la continuidad de la
lengua en el caso del aragonés, cuyo futuro consideran “incierto” los autores del estudio: en el 56% de
las familias se mantiene la transmisión de la lengua de padres a hijos,
mientras que ésta se pierde en casi un tercio -31%- de las unidades y, al mismo
tiempo, otro 13% de hablantes se incorpora por otras vías, como el aprendizaje
académico o a través del cónyuge. Las pérdidas superan al reemplazo.
La situación es mejor
en el catalán. El grado de transmisión paterno-filial alcanza el 79% en las
comarcas de la Franja oriental de la comunidad, donde la ruptura se queda en el
9% y se ve superada por la incorporación desde otras vías, que llega al 12%.
“Se supera un umbral razonable para que haya dinámicas lingüísticas entre gente
de diferentes localidades y comarcas”, señalan.
El primer estudio
diagnostica la vitalidad del catalán y alerta sobre la pérdida de vigor del
segundo, cuyo legado baja al 56%
“No hay pérdidas
importantes entre los hablantes de catalán, aunque la situación de la lengua es
más de mantenimiento que de vitalidad”, explica Natxo Sorolla, profesor de
Sociología en la universidad Rovira i Virgili de Tarragona y coordinador del
estudio, que destaca que, aunque en toda la Franja se mantiene la transmisión,
se registran “pérdidas importantes” en comarcas del norte como La Llitera, La
Ribagorçaa y en el suroeste, en El Mesquí.
En esas zonas se dan
dos fenómenos como la reducción
del uso de la lengua materna entre los más jóvenes –apenas el 25% de las
interacciones entre catalanoparlantes adolescentes y jóvenes se producen en ese
idioma en el Baix Cinca y La Litera- y el aumento de las relaciones personales
–comerciales y administrativas también- con habitantes de áreas en las que
apenas se utiliza, como ocurre con Graus en el caso de La Ribagorça y con
Alcanyís en el caso del Mesquí.
“La transmisión
familiar es el punto de inflexión”
“La transmisión
familiar es el punto de inflexión de una lengua, y cuando éste cae es cuando la Unesco la señala como amenazada”, anota Sorolla, que estima en un 20%
la pérdida de hablantes de aragonés que se da en cada generación. No obstante,
sigue teniendo vitalidad en valles pirenaicos como los de Benasque, Echo y
Ansó, además de en buena parte de La Ribagorza, la comarca trilingüe.
Los microdatos del
censo también han permitido detectar la presencia real de ambas lenguas fuera
de sus territorios históricos. En algunos casos, con resultados sorprendentes
más allá de la fuerte presencia de colectivos de hablantes tanto de catalán
como de aragonés en Zaragoza –supera en número a algunas zonas de origen,
aunque con una obvia baja densidad-, principalmente causada por los movimientos
migratorios hacia la capital.
Así, los catalanoparlantes
suponen el 7,5% de la población en ciudades como la turolense Alcañiz, y
alcanzan el 7,1% y el 4,7%, respectivamente, en las oscenses de Monzón y
Barbastro, en las que los porcentajes de hablantes de aragonés son del 3,7% y
el 3,8%. Es también reseñable la presencia de estos últimos en Ejea (Zaragoza).
Fuente: Eduardo
Bayona.- El Periódico de Cataluña: 26/02/2017