viernes, 4 de enero de 2013

CABALLOS DE LABOR de ANTONIO CASTELLOTE (Reseña)


A Antonio Castellote (autor de la excelente bitácora Bernardinas) ya le dediqué una entrada a raíz de ser galardonado con el VII Premio de novela corta Maestrazgo. Hoy quiero hacer una breve referencia a un aspecto, que considero central, de la obra ganadoraCaballos de labor, que acaba de ser publicada

Evaristo Torres, autor de la bitácora En resumidos cuentos hace justicia al autor cuando le dedica estas palabras que , con su permiso, hago mías: 

“Antonio es un tipo culto y modesto. Y una buena persona. Pero ese no es el motivo por el que recomiendo sus libros y su blog. Lo hago porque es un magnífico escritor, y leyéndolo a uno se le pueden pegar algunas partículas de su cultura, su bondad y su modestia”. 

A mí, además de alguna brizna de su extensa cultura, se me pega más, si cabe, tras leer esta novela, el afecto y la comprensión por nuestra tierra turolense. Sus obras, y sobre todo Caballos de labor, descubren valores ignorados y dignifican a estas tierras y a sus gentes, cuyo acostumbrado signo es el de ser denostadas e ignoradas con harta frecuencia... Por propios y por extraños.

El comienzo de la novela es impactante: “Se ha muerto José Antonio Labordeta”. Este suceso, acaecido en el 2010, y el primer recital de este cantoautor en 1975 en la localidad turolense de Jorcas marcan dos referencias temporales en las que se ubicarán unos hechos rememorados una y otra vez por el narrador. 



Labordeta en Jorcas

Aunque el recital de 1975 haya pasado a la historia como un “emblema de la época” donde se alimentó un incipiente nacionalismo aragonés simbolizado en los cantos y en las banderas cuatribarradas de Aragón, exhibidas con profusión inusitada (1), lo cierto es que la razón de aquel concierto era, ni más ni menos, reivindicar el agua corriente para las casas de Jorcas. A partir de este episodio, José Antonio Labordeta retornará con fidelidad y altruismo a Jorcas hasta un total de veinte veces.  En tres ocasiones tuve oportunidad de asistir a estos recitales porque este mito del folclore aragonés nunca vino a Aliaga, lugar de mis vacaciones estivales... En Barcelona también he tenido la oportunidad de escucharlo y de asistir a la presentación de alguno de sus libros. 

La novela de Antonio Castellote presenta una visión muy positiva, que casi raya en la idealización, del campo de esa bella comarca turolense denominada, Maestrazgo. Prueba de la querencia que el autor tiene por esta comarca es que en obras anteriores ya había elegido este mismo marco para ubicar sus relatos. Los que conocemos los pueblos, los campos y las gentes de esta tierra sabemos que le sobran razones. Villarroya de los Pinares - no hay verano que no la visite por razones familiares, afectivas y estéticas – es el pueblo a donde el narrador retorna desde la ciudad tras haber sido despedido de su trabajo a pesar de su titulación universitaria en Geológicas. El narrador, como tantísimos más trabajadores de todos los estamentos, es víctima de esta crisis laboral que nos viene azotando desde el año 2009. Crisis de tal envergadura y con tan graves consecuencias que no son pocos los que se han visto obligados a retornar, con cierto rubor y pesadumbre, a sus hogares paternos y lugares de nacimiento. 

Decía que el autor muestra una imagen un tanto idílica  del campo y de sus gentes porque elige a Martín, el hermano del narrador, como representación de los mismos, aunque timorato en  lances amorosos, es un hombre de campo moderno, culto, artesano, coleccionista de singularidades que adquiere los fines de semana por las masías, (2) conocedor de instrumentos como la zanfona, entregado en cuerpo y alma a sus labores agrícolas y forestales y que sabe conjugar los avances tecnológicos con aspectos tradicionales, ya en desuso, como un caballo de labor, llamado Severino, - igual que un primo mío de Camarillas - y el carro de ruedas de madera que exhibe alguna que otra vez para que no se olvide su existencia... Tengo serias dudas de que este polifacético personaje sea representativo del hombre del campo actual. Ya me gustaría, ya... Martín, incondicional de Labordeta, poco o nada tiene que ver con los labradores que protagonizan sus canciones.

El narrador, decepcionado por su experiencia fallida en la industria y en la urbe, descubrirá en su hermano el prototipo de todas las virtudes que le harán replantearse un nuevo concepto vital donde el objetivo sea “ser parte de la naturaleza, vivir con ella, eliminar la relación con el capital y estar orgulloso de ello”. La albada de José Antonio Labordeta, aunque su visión del campo sea muy otra, cobra vigencia: “Esta albada que yo canto es una albada guerrera, que lucha porque regresen los que dejaron la tierra” 

Ojalá el optimismo que proyecta Antonio Castellote en esta obra sea realidad y unos cuantos de los que marcharon de los pueblos o sus descendientes, retornen a ellos, enfoquen su vida con ansias renovadas, proyectos creativos y llenen de vida y humanismo la soledad de estos pueblos turolenses en los que predominan, a mi pesar, el silencio y las ausencias. 

Me ha encantado Caballos de labor y la recomiendo encarecidamente, sobre todo, a los que saben de estos pequeños mundos rurales y son conocedores de toda esa suerte de carencias y esencias que los caracterizan y  que provocan sentimientos agridulces. La obra, aunque breve, tiene muchos más ingredientes:  en aquel mítico 1975,  que marcará un antes y un después, las varias Españas que convivían o coexistían están representadas en algunos de sus personajes de uno y otro sexo; los mismos protagonistas, treinta y cinco años después con la evolución consiguiente; las eternas distancias generacionales; las relaciones amorosas que, tras un larguísimo paréntesis de hibernación, parecen reverdecer; la recuperación de léxico rural desusado y ese estilo claro, sencillo y conciso que tanto facilita y ameniza la lectura... Y la reivindicación de una tierra, cuyo mayor encanto, según el autor, radica en ser diferente a lo que se lleva: masificación, tráfico denso, industrialización contaminante, turismo de multitudes, etc... Aunque algunos alberguemos serias dudas sobre las bondades de la soledad y del aislamiento, bienvenido sea este soplo de aire nuevo que pretende revitalizar y dignificar a estas tierras...de nuestros afectos. 


Zanfona 

(1).- El narrador explica con una anécdota muy divertida el porqué de aquella profusión de banderas de Aragón. Recordemos que Franco, que moriría unos meses después del recital, todavía detentaba el poder... 

(2).- Tengo que confesar que el léxico que utiliza para referirse a estos cachivaches singulares me resulta desconocido en gran medida. Traerlo a colación es muy meritorio.
                                                                                                                           

6 comentarios:

  1. Siempre admiré la vida rural. Considero que los pueblos tienen implicita una sabiduría que muchos jamás lograrán imaginar.

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    1. Me gusta el pueblo, sobre todo cuando estoy alejado de él largo tiempo, pero también soy bastante urbanita... Me apena mucho el abandono que vienen sufriendo los pueblos de mi tierra turolense. Sólo se animan un poco durante el verano...

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  2. "ser diferente a lo que se lleva: masificación, tráfico denso, industrialización contaminante, turismo de multitudes"...oh, el Paraíso.
    Muy interesante tu reseña Luis, invitas a la lectura.
    Besitos
    Susi

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    1. Me encanta que por un momento hayas abandonado esa especie de ostracismo que tan largo se me hace...

      El autor del relato ha elegido una comarca por la que siento mucho cariño. Eso me hace desgustarla con "muy buenos ojos" porque está llena de lugares comunes...

      Besos, Susi

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  3. Aunque yo nací en una ciudad sí, mís mayores por parte de mí padre eran de origen rural.Pero claro cuando tu oias hablar a la abuela lo dura que era la vida sobre todo para las mujeres: pero nos remontamos a una época que si que era dura de verdad.Hoy en día la pena es que tenemos envenenado los sentidos : las urbes ,el consumismo, las luces, el tráfico etc.Y, tambien que mucha gente que tenía dos tierras las malvendieron o se hicieron una segunda casa,porque nadie pensaba en volver a trabajar las tierras y menos a quien no le ha ído mal del todo.Pero me da que nos guste o no muchos van a tener o vamos a tener que replantearnos la subsistencia.

    Me voy a leer este libro y nunca mejor dicho que la vida da muchas vueltas.

    Abrazos y mañana a la batalla.

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    1. Ese mundo rural que mencionas ha desaparecido casi en su totalidad- Hoy solo se cultivan las tierras más productivas y más accesibles. La mecanización ha sido una auténtica liberación. Sin embargo, la tierra de secano sigue siendo poco rentable. Eso no quita que, dada la situación que se está viviendo en muchas ciudades, alguno se replantee el retorno a ese mundo rural... que también puede resultar gratificante.

      La novela nos lo demuestra y me consta que el autor conoce el campo muy bien, aunque resida en Madrid.

      Besos, Bertha

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