Un estudio
realizado en el Parque Geológico de Aliaga (Teruel) muestra un “preocupante”
desconocimiento de la población en temas de riesgos ambiental.
El trabajo se
ha realizado entre visitantes al parque y ahora ha sido publicado en la revista
científica Episode
“El mejor
ingeniero, el mejor notario o el mejor carpintero tiene que comer de la
naturaleza. Sí o sí”, y con ello Julia Escorihuela quiere decir que vivir cada
vez más alejados del medioambiente que nos rodea perjudica a todos. Por eso,
esta amante de la tierra y de la vida rural emprendió un estudio entre los
visitantes al Parque Geológico
de Aliaga (Teruel), del que es gerente, que ahora quiere servir como
“una alerta para que la sociedad se dé cuenta de que la naturaleza somos
todos”.
Las
conclusiones, que ahora se han publicado en el último número de la revista
científica Episodes, muestran un
“preocupante” desconocimiento de cuestiones básicas de seguridad ambiental.
Escorihuela, que lleva guiando a los visitantes del parque desde 2002, ha
realizado entre ellos encuestas durante cinco años, hasta superar las 200, y
reconoce que al principio estaba “desconcertada ante tanta carencia de
información”.
Tras el trabajo de procesamiento de estas encuestas, la mayor parte de
quienes participaron en este estudio demostraron que no sabían cuestiones
básicas de seguridad ambiental, como por ejemplo que no hay que construir casas
en los cauces de los ríos o que un vertido de una empresa contaminante río
arriba afecta a un huerto aguas abajo: “Algunos creen que como el agua corre no
pasa nada”.
Y
a este desconocimiento se suma también que hay casos en los que se aprecia que,
niños y mayores, no perciben los problemas para la naturaleza. Así, otro de los
epígrafes de la encuesta preguntaba si preferían tener una granja con mil
cabezas estabuladas que generaba 3.000 euros al año pero contaminaba las aguas
o el mismo número de animales pero al aire libre, rentando solo 1.000 euros
pero sin contaminar. Sí, hay gente que contestó que prefiere la que contamina
porque da más dinero, a pesar de todo.
Escorihuela
cree que esto es una muestra del alejamiento de la mayor parte de las personas
del mundo rural, bien porque son hijos o nietos de los que emigraron o porque
nunca han tenido vinculación con esta cultura de los pueblos, pegada a la
tierra.
“Se
nota cuando son personas que han tenido un abuelo en el pueblo, o primos con
los que pasaban el verano en localidades rurales”, explica Escorihuela, pero
así y todo, lo que se muestra es una realidad que “ya se está viendo en la
política”.
Alerta
de que los puestos de decisión a nivel mundial en materia de medioambiente
están ocupados por gente “urbanita” que ha tenido más fácil el acceso a
estudios superiores, porque para alguien que vive en el mundo rural es más
caro, y eso ha provocado ya “leyes de despacho que no solo no protegen el medio
ambiente sino que lo perjudican”.
Educación medioambiental en las aulas
Esta
falta de “cultura rural” y de respeto por la naturaleza también está provocada
por la disminución de los contenidos medioambientales en colegios e institutos.
“Hay niños y jóvenes que vienen a las visitas y cuando les cuentas esos
riesgos te dicen '¿y eso por qué no me lo han contado en el colegio?' Y eso
también me lo pregunto yo”.
Para
Escorihuela, “el ballet o el inglés están muy bien como actividad extraescolar,
pero ¿por qué no actividades en el campo?”. Pone el foco en los más pequeños,
claro, porque la solución pasa por una educación medioambiental en la infancia,
aunque por ejemplo ahora dará charlas con estas tesis en la Universidad de
Santander. “A los niños hay que ponerlos en la tierra”, hablando de la
naturaleza pero también de actividades como la minería o el fracking.
Insiste
sobre todo en que “la cultura campesina y la cultura académica tienen que ir de
la mano”, después de que en ocasiones el mundo rural se haya visto
menospreciado por el urbano.
Reivindica
que las ciudades vuelvan la vista a este modo de vida, pensando en las
oportunidades que ofrecen, precisamente ahora que “tanto se habla de despoblación”.
Y una de ellas es el geoturismo, “la educación geocientífica se puede combinar
con el turismo”, y encontrar ahí un futuro, pegado a la tierra.
Fuente: El diario.es
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