Entre tanta torreta de planta circular,
llama poderosamente la atención un potente torreón rectangular de unos 8 por 7
metros de planta.
Aparentemente más antiguo que el resto,
sus muros de tapial calicostrado fueron revestidos posteriormente con piedra
para otorgarle una mayor solidez y prestancia. Su posición en el ángulo de giro
del recinto exterior, y, por tanto, en uno de los tramos más expuestos del
recinto, le otorga una especial relevancia.
El resto de las construcciones se
debieron agrupar concéntricamente en torno a la peña donde se situaba la torre
del homenaje. Este espacio hasta las murallas perimetrales. estaría ocupado por
la antigua aldea de Aliaga. Dado el marcado declive topográfico existente desde
la peña, las construcciones más próximas a esta se encontraban en una posición
más relevante, lo que le daría al conjunto una peculiar apariencia escalonada.
Al igual que otras fortalezas
conventuales de la provincia (como Alfambra, Montalbán, Alcañiz o Alcalá de la
Selva), el castillo de Aliaga contó con la ya mencionada capilla, y con las
dependencias necesarias para la vida monástica: sala capitular, refectorio,
dormitorios, estancias del comendador y al menos un aljibe, que se
corresponderían posiblemente con las construcciones adosadas a la peña. En una
posición menos relevante se situarían las caballerizas, almacenes, bodegas,
cocinas y otras dependencias secundarias, además del casalicio de la aldea.
Hoy en día, el castillo de Aliaga se encuentra a la espera de que futuras excavaciones arqueológicas devuelvan parte de su pasado esplendor, a la que fue una de las fortificaciones más inexpugnables de todo el reino de Aragón.