De todos los lugares en que he
vivido mantengo recuerdos positivos e indelebles. En Teruel, pequeña capital de
provincias, pasé tres años de mi adolescencia cuando estudiaba Magisterio en la
Normal. Antes, sin embargo, la había visitado anualmente para examinarme en el
Instituto como alumno de matrícula libre durante el período del Bachillerato.
El descenso por la Escalinata que comunicaba el centro de la ciudad con dicho
Instituto, el jardín de los Botánicos y la Estación de Ferrocarril me pasaba un
tanto desapercibido. Los nervios, la angustia y la incertidumbre me mantenían
abstraído e indiferente respecto del bello entorno. El ascenso por la
Escalinata tras la dura sesión de exámenes, ya relajado, me resultaba más
atractivo y las bellas formas que posee, a pesar de lo fatigoso que resultaba
subir tantos escalones no me impedían admirar su grandeza y majestuosidad. Pero
lo que me llamaba la atención hasta el extremo de interrumpir el ascenso, y
quedarme embelesado, era el relieve de los Amantes que presidía uno de los
rellanos de dicha Escalinata y que recogía la última escena trágica de esta
tradición, para unos, y leyenda, para otros.
Los conocedores de esta historia de
amor dramático saben que la primera circunstancia trágica sucede el mismo día
de la boda. Diego logra entrevistarse con Isabel tras varios años de separación
y sin noticias mutuas. Al despedirse para siempre de ella, le pide un beso.
Isabel, recién casada con otro, se lo niega. Diego no puede soportar la
angustia y la tensión de aquella despedida y muere de dolor a los pies de ella.
La escena a la que hace referencia el altorrelieve de la Escalinata plasma el
desenlace final de esta historia-leyenda de amor trágico. En la Iglesia de San
Pedro tienen lugar los funerales por la muerte de Diego. Isabel vestida de
boda, el rostro oculto entre sus velos, avanza por la nave central y se acerca
para dar al cadáver de Diego el beso que le negó en vida. Isabel expira
abrazada al cuerpo de Diego. El hecho conmocionó de tal manera a la ciudad
entera, que ésta decidió dar sepultura a Diego e Isabel en la misma Iglesia
donde aconteció tan dramático suceso. Los cuerpos de los Amantes fueron
hallados en 1555, con ocasión de obras realizadas en dicha iglesia de San
Pedro.
La influencia de la arquitectura mudéjar en el patrimonio
turolense es sumamente importante, como puede comprobarse en esta Escalinata,
construida entre 1920 y 1921 en estilo claramente neomudéjar. Este estilo se
introducirá en Teruel en 1909, como fruto tardío de la tradición historicista
del S. XIX. Convirtiéndose en un auténtico tópico arquitectónico, presente en
buena parte de los edificios públicos. Con independencia de su uso puramente
funcional, José Torán de la Rad (Teruel 1888-1932), artífice de esta obra, persigue
con ella dotar de un acceso digno a la ciudad, así como poner de manifiesto
elementos arquitectónicos y decorativos extraídos de la tradición mudéjar
local.